Llamamos Pedagogía Dialogante al modelo pedagógico que tiene como fin el desarrollo integral de los estudiantes y el cual ha sido desarrollado en el Instituto Alberto Merani en las dos últimas décadas.
Entendemos por desarrollo un proceso mediado por la cultura y caracterizado por el paso de unas estructuras más simples a otras más complejas. Con la Pedagogía Dialogante se enseñar a pensar mejor, convivir mejor y actuar mejor.
En la implementación de la Pedagogía Dialogante reconocemos las diferentes dimensiones humanas, el carácter contextual, cultural, histórico, social y mediado del desarrollo; por lo tanto, ubicamos como principal tarea de la escuela, el desarrollo de competencias integrales.
A nivel metodológico, consideramos que el desarrollo sólo es posible actuando de manera interestructurante; es decir, reconociendo de manera simultánea el carácter esencial y activo de la cultura y de los estudiantes.
Lo primero, lo habían postulado los enfoques socioculturales que comprendieron de manera muy adecuada al sujeto en su contexto social e histórico y como representante de la cultura; al tiempo que lo segundo fue brillantemente caracterizado por la psicología genética piagetiana.
En cuanto a la condición de los protagonistas del aprehendizaje, consideramos esencial la reivindicación del papel del sujeto en la construcción del conocimiento y del estudiante en el aprendizaje. Esto implica que hay que reconocer la existencia de elementos personales, matices y acepciones en todas las representaciones individuales.
Sin embargo, la predominancia dada a la construcción personal sobre la cultural y la subvaloración del proceso de mediación cultural nos condujeron a distanciarnos de los modelos derivados del constructivismo pedagógico y a aproximarnos más a los enfoques socioculturales, representados en particular en las tesis de Davídov, Leontiev, Vigostky, Wallon, Bruner, Van Dijk y Merani.
De esta manera, intentamos superar los sesgos cognitivos en la educación y procuramos trabajar por un modelo que garantice la educación integral que ha sido tan esquiva en la práctica educativa. (Colombia: un país sin brújula en educación)
Esta propuesta ha sido fundamentada en numerosos libros y artículos. Entre ellos, hay que destacar Las competencias argumentativas (De Zubiría, 2005), Los modelos pedagógicos (de Zubiría, 2006), Los ciclos en educación (De Zubiría et al, 2010), Como diseñar un currículo por competencias (De Zubiría, 2013) y La educación bajo la lupa (De Zubiría et al,2015)
Frente a los enfoques heteroestructurantes ampliamente dominantes y generalizados a nivel mundial, aparecieron, desde inicios del siglo XX, Leontiev, Vigostky, Wallon, Bruner, Van Dijk y enfoques autoestructurantes que intentan disputarle el terreno a la Escuela Tradicional.
A comienzos del siglo XX adoptaron la forma de Escuelas Nuevas y Activas y en las últimas décadas del mismo siglo asumieron el nombre de “corrientes constructivistas”. Pero ante ellos, muy seguramente tendrá que abrirse paso un modelo dialogante e interestructurante ( Not , 1983), que, reconociendo el papel activo del estudiante en el aprehendizaje, reconozca el rol esencial y determinante de los mediadores en este proceso; un modelo que garantice una síntesis dialéctica.
Dicha síntesis dialéctica tendría que reconocer en los modelos heteroestructurantes el hecho de que, efectivamente, el conocimiento es una construcción externa al salón de clase y que, indudablemente, la ejercitación y la reiteración cumplen un papel central en el proceso de aprehendizaje, siempre y cuando se hagan siempre en contextos diversos. Esos dos aspectos suelen ser negados por los modelos autoestructurantes.
Sin embargo, la necesaria síntesis actual tendrá que discrepar del papel predominante que dichos enfoques centrados en el docente le otorgan a los procesos rutinarios y mecánicos y del papel tan pasivo que le asignan al estudiante en el proceso de aprendizaje.
Así mismo, una síntesis dialéctica tendría que reconocer en la Escuela Activa y en los enfoques constructivistas la validez que tiene el reconocer el papel activo que cumple el estudiante en todo proceso de aprehendizaje y la finalidad de la comprensión y el desarrollo intelectual que le asignan a la escuela; pero tiene que distanciarse de la sensible subvaloración que dichos enfoques realizan de la función y el papel de los mediadores en todo proceso de aprehendizaje, y de la minusvalía en la que siguen ubicando las dimensiones práxicas y afectivas en la educación.
Fuente: Elaboración propia
Fuente: Elaboración propia
En síntesis, hay que reconocer que el conocimiento se construye por fuera de la escuela, pero que es reconstruido de manera activa e intere- structurada a partir del diálogo pedagógico entre el estudiante, el saber y el docente y que para que ello se presente es condición indispensable contar con la mediación adecuada de un maestro, que favorezca de manera intencionada y trascendente el desarrollo integral del estudiante. Un enfoque que concluya que la finalidad de la educación no puede estar centrada en el aprendizaje, como desde hace siglos ha creído la escuela, sino en el desarrollo.
Hoy en día, un modelo pedagógico dialogante debe reconocer las diversas dimensiones humanas y la obligación que tenemos escuelas y docentes de desarrollar cada una de ellas.
Como educadores, somos corresponsables frente a la dimensión cognitiva de nuestros estudiantes; pero así mismo, tenemos iguales responsabilidades en la formación de un
individuo ético que se indigne ante los atropellos, se sensibilice socialmente y se sienta responsable de su proyecto de vida individual y social. No se trata simplemente de transmitir conocimientos, como supuso equivocadamente la Escuela Tradicional, sino de formar individuos más inteligentes a nivel cognitivo, afectivo, social y práxico.Y este desarrollo tiene que ver con las diversas dimensiones humanas.
La primera dimensión está ligada con el pensamiento y el lenguaje, la segunda con el afecto, la sociabilidad y los sentimientos; y la última, con la praxis y la acción, en función del “sujeto que siente, actúa, interactúa y piensa” como decía Wallon (1987).
Obtenga los textos sobre Pedagogía Dialogante acá: Magisterio - Julián De Zubiría »