La mayoría de escuelas tiene propósitos, currículos, sistemas de evaluación y textos muy similares. Se enseña de manera bastante parecida en los diversos colegios del país, y se enseñan temas bastante parecidos entre una y otra institución educativa.
A nivel mundial, sucede algo relativamente similar, y de allí que hace algunos años se calculaba que el 95% de las escuelas estaba orientado por enfoques y modelos pedagógicos bastante tradicionales, incluyendo la mayor parte de escuelas en los países industrializados. La principal excepción la constituyen los países del Norte de Europa, lugar en el cual la educación básica y media han venido cambiando de manera significativa en las últimas décadas, lo cual ha permitido que aparezcan programas que buscan en mayor medida la comprensión del estudiante y la interacción y el diálogo entre estudiantes y docentes.
Una innovación pedagógica se presenta cuando existe una gran insatisfacción con los propósitos, los contenidos, las formas de enseñanza, las secuencias, los textos o los sistemas de evaluación de la escuela tradicional. En consecuencia, una innovación pedagógica implica una manera diferente de pensar, organizar y trabajar en la escuela. Con ello, la innovación crea nuevas maneras de pensar y hacer en la educación.
Los innovadores ponen a prueba otras maneras de organizar las escuelas, otros contenidos, otras metodologías, otros textos y otros sistemas de evaluación. Se trata de encontrar modelos y maneras diferentes para aprehender y enseñar de los que ha venido utilizando desde siglos atrás la escuela tradicional.
La escuela activa, por ejemplo, representó a comienzos del siglo XX una profunda innovación pedagógica, porque quiso enseñar partiendo de las experiencias, vivencias e intereses de los propios estudiantes. Innovó las metodologías, creó los talleres y las excursiones, incorporó el aula de clases las manualidades, los museos y los laboratorios. De esta manera, la escuela activa, representó en su momento una profunda innovación pedagógica, aunque no alcanzó a implementarse sino en muy pocos colegios en Colombia, América Latina y el mundo entero. La finalidad principal que le asignó a la escuela fue la de conseguir la felicidad y la de favorecer la socialización de los niños, y no tanto la de buscar el aprendizaje.
Sin embargo, a comienzos del siglo XXI, en un mundo globalizado, flexible, cambiante, con potentes redes de información que lo intercomunican, y en el que predominan las imágenes y realidades virtuales, la tesis de defender la experiencia y la vivencia no representa la innovación que hoy necesita la escuela, ni la que se requiere para preparar a los niños y jóvenes para que vivan de mejor manera en el siglo que se inicia. Hoy en día se requiere una escuela que desarrolle el pensamiento, la creatividad, la autonomía, la comprensión y el interés por el conocimiento. Y por ello, se requieren nuevos modelos pedagógicos que den respuesta a las necesidades del siglo XXI. Se requiere una profunda transformación de la escuela que todos hemos conocido de tiempo atrás, y la cual sigue siendo ampliamente dominante en Colombia y América Latina.