¿Son más inteligentes los niños o las niñas?

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Hasta hace muy poco tiempo era muy común escuchar afirmaciones en el sentido de comparar la inteligencia de niños y niñas favoreciendo en todos los casos a los niños. Y no era para menos. Una cultura machista brinda mejores opciones laborales, económicas, políticas y sociales a los hombres. Una cultura machista necesariamente valora en mayor medida características y habilidades masculinas. Por ello, existen múltiples ejemplos de científicos, artistas, tecnólogos o políticos hombres y tan pocos del género femenino.

Diversas investigaciones mundiales encuentran menores niveles en el rendimiento académico de las mujeres durante la adolescencia, asociadas a la menor capacidad para asumir riesgos, al temor al fracaso, al perfil de los estereotipos sociales, a la relativa ausencia de modelos femeninos en ciencia y a la tendencia a privilegiar lo social para ocultar un perfil intelectual sobresaliente (García y Benito, 1992; García, 1994 y Rais, 2001).

Es claro y cierto que existen diferencias cerebrales. Y afortunadamente ello es así. Somos seres cerebralmente diferentes y de allí que tengamos habilidades y aptitudes diferentes. Entre ellas, estarían las enormes ventajas que, por lo general, presentan las mujeres para percibir y recordar los detalles, discriminar auditivamente, leer los gestos e intenciones, expresarse o solidarizarse con los otros; así como las ventajas, por lo general masculinas, en las representaciones espaciales, acciones competitivas, representaciones globales o realizaciones prácticas.

Lo que evidencia la reflexión anterior es que un género presenta algunas ventajas en algunos procesos cognitivos, valorativos y prácticos y el otro género presenta ventajas en otros procesos. Y que para explicar dichas diferencias muy seguramente hay que combinar factores de tipo contextual y genético.

Es así como puede resaltarse un sesgo claramente machista en las solicitudes de evaluación al presentar los padres un número sensiblemente menor de hijas que de hijos en los programas de educación especial. En Colombia, la proporción ha sido aproximadamente de uno a tres. Después de haber evaluado a diez mil quinientos niños, podemos afirmar que 7.700 de los evaluados corresponden al género masculino y solo 2.800 corresponden al género femenino. Situación aún más grave ha sido evidenciada en España, en donde tan solo el 13% de los niños remitidos al programa Huerta Del Rey correspondía al género femenino (García, 1994).

Para profundizar: Qué es la inteligencia, qué tan importante es y por qué no deberías decirle a nadie que es inteligente





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