En la inteligencia, ¿es más importante, la herencia o el medio ambiente?
Durante el siglo XX la respuesta a la inquietud anterior hubiese sido que los factores genéticos eran los esenciales. Esa fue la postura dominante en la mayoría de enfoques y esta conclusión provenía de la creencia que la inteligencia era estable en el tiempo y que quien nacía inteligente, inteligente se quedaba. Esta conclusión no puede totalmente ser abandonada, pero si reformulada.
Es cierto que los seres humanos pensamos con el cerebro y de allí, que el número de neuronas, las conexiones entre ellas, la velocidad de transmisión, entre otros, están determinados genéticamente y son especialmente influenciables por la alimentación recibida en los años iniciales. Sin embargo, cada día hay más evidencias de los altísimos niveles de modificabilidad y plasticidad del cerebro humano.
Diversos estudios en las últimas dos décadas han demostrado que las capacidades intelectuales son más variables de lo previsto durante el siglo XX. Lo que necesariamente significa que, el medio ambiente cumple un papel más importante en la determinación de la inteligencia y la excepcionalidad de lo previsto durante el siglo anterior.
Como fue ampliamente desarrollado por la Escuela Histórico-cultural1 los procesos cognitivos, valorativos y praxiológicos están demarcados por los contextos históricos y culturales en los que viven los sujetos. “Somos - como diría Merani - seres histórica y culturalmente determinados. De este modo, los individuos somos por nacimiento, nos mantenemos en el ser histórico por duración y realizamos nuestro ser en las circunstancias socioculturales que nos toca vivir” (Merani, 1976).
En consecuencia, padres y maestros somos factores esenciales para detectar a tiempo las capacidades, los talentos, las motivaciones y las posibilidades de los niños. Así mismo, somos corresponsables de si estas potencialidades se desarrollan o no. Sin padres y maestros no hay detección de las potencialidades y sin mediación, no hay desarrollo, como demostró Feuerstein dramáticamente al ver cómo las capacidades se deterioraban ante la ausencia de mediadores de calidad de la cultura para los niños y jóvenes judíos antes y durante la segunda guerra mundial (De Zubiría, 2002).
Esto implica que son altamente variables la inteligencia analítica, la valorativa y la práctica y que dependerán fundamentalmente de los maestros y los padres el que se alcancen niveles altos o bajos en cada una de las inteligencias.
Para profundizar: Mitos sobre la inteligencia y el talento