¿Es lo mismo la inteligencia que el C.I.?

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Cuando se creyó que existía una y solo una inteligencia, se postuló que esta se podría medir, que se podrían comparar los resultados y que sería más inteligente aquel que mejor puntuara en dichas pruebas. El origen de éstas, estuvo asociado a la creación de un instrumento que permitiera predecir los estudiantes con peor pronóstico en la escuela.

En Francia el Ministro de Instrucción Pública creó en 1904 una comisión con el fin de estudiar el problema del retraso mental en las escuelas públicas. El objetivo era desarrollar un instrumento que pudiera predecir el futuro rendimiento escolar y permitiera detectar los alumnos que, dadas sus limitaciones intelectuales, probablemente tendrían más bajo rendimiento escolar en el futuro. Fruto de este trabajo se crearon los primeros test de inteligencia por parte de Alfred Binet y su discípulo Theodore Simon.

El trabajo se desarrolló durante la primera década del siglo pasado. Para elaborar los nuevos test se tuvo en cuenta que los procesos intelectuales tenían un carácter evolutivo y acumulativo, y por ello, para determinar la edad mental de una persona, se consideraron los procesos intelectuales que podría abordar; de esta manera, quien solo pudiera resolver adecuadamente los problemas de niños de 8 años, por ejemplo, tenía una edad mental de 8 años, independientemente de su edad cronológica.

La prueba de Binet, con las futuras revisiones realizadas, y en especial con la revisión de Terman en los años treinta, es aún la prueba más utilizada para la determinación de las capacidades intelectuales de las personas. Su soporte conceptual es una teoría de la inteligencia formulada por el mismo Binet.

La creación de los test de inteligencia marcó un hito en la historia de la psicología al dotar a psicólogos y educadores de un instrumento para evaluar un proceso tan complejo como la inteligencia y durante un tiempo resultó ser adecuadamente predictivo del rendimiento académico. Durante un buen tiempo se estimó que cerca de la mitad del rendimiento académico de un alumno estaría determinado por su capacidad intelectual. Actualmente, se estima que el 20% de la variación en el rendimiento escolar y el 10% de la variación en el rendimiento laboral de los trabajadores podrían ser atribuidos al nivel de la CI. (Sternberg, 1999).

En consecuencia, las pruebas de inteligencia reflejan la concepción que se tenía hace un siglo sobre la inteligencia y por ello no sirven para evaluar la inteligencia socioafectiva o práctica, dado que, a comienzos del siglo pasado, estos no eran conceptos que se tuvieran en cuenta para hablar de la inteligencia.

Las pruebas de CI solo evalúan la inteligencia analítica; y de ella solo evalúan una parte, dejando de lado procesos más complejos como los metacomponentes, procesos que tampoco podían haberse previsto un siglo atrás, dado que fueron formulados hace tan solo algunas décadas por Flavell y reformulados años después por Sternberg (1997).

Las pruebas de CI no pueden evaluar la inteligencia socioafectiva ni la inteligencia práctica, dado que no fueron construidas para ello. En consecuencia, la validez de una prueba y puntaje de CI correspondiente es bastante más limitada de lo que se creía hasta hace unos años.

Para profundizar: ¿Existen los niños superdotados?